¿El fin del modelo lineal? La economía circular está forzando a las empresas a colaborar

La lucha contra el cambio climático exige que las empresas abracen la economía circular. Lograrlo exige grandes inversiones, el impulso de la Administración y los consumidores y, sobre todo, la colaboración de todos los agentes implicados.

Las tres erres clásicas de la economía circular —reducir, reutilizar y reciclar—, a las que se suman otros procesos como el ecodiseño de productos y servicios o la reparación y la recuperación, tienen como objetivo minimizar el impacto en el medioambiente con base en criterios de eficiencia. A nivel usuario puede parecer sencillo minimizar el consumo, dar nueva vida a objetos usados o depositar los residuos en el contenedor que corresponda, pero esta ecuación se complica si hablamos de empresas y sectores completos. Los consumos de energía y materias primas que tienen determinadas industrias son enormes y, en ocasiones, aunque una compañía concienciada se encamine hacia la sostenibilidad, sus proveedores, socios o colaboradores no lo hacen. El resultado se traduce en una cadena de valor desequilibrada en el compromiso medioambiental, sobrecostes para todos los agentes implicados y tensión para el sistema.

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